por Rexina Vega ilustración Andrea López
Al principio hubo un accidente, una colisión que destruyó un Renault 12 Familiar en la Avenida de Beiramar. Los adolescentes se rieron del veredicto de la aseguradora: Total Claim . He aquí el nombre, perfecto, como un obús, como una tonelada de tungsteno, un nombre contundente en aquella época de nombres estrepitosamente absurdos. Así que las que se llamaban Mari Cruz Soriano y las que afinan su piano y que atendían al nombre de Coco y al de las Mil Quinientas, mientras se curaban de las heridas en el Hospital General de Vigo, lo tenían claro. A partir de esa revelación epifánica, Julián Hernández, Germán Coppini, Miguel Costas y Alberto Torrado lanzaron un artefacto que se convirtió en la bandera, el estandarte de una generación y más de una ciudad: ¡Somos un desastre total ! gritaban desde el escenario, y nosotros, pateando como locos desde abajo, lo repetimos con toda la fuerza de nuestras nuevas gargantas.
¿Dónde está ese viguismo que se arrastraba mientras miraba con amor las costuras de su fealdad? ¿ El icónico scalextric a ninguna parte, el suelo resbaladizo del Kremlin en el que los jóvenes beben, los jóvenes se drogan en una fiesta comunal de la modernidad?
Los años ochenta estallaron en Vigo llenos de alegría salvaje, de rollo canalla, de lumpenproletariado con afluencias y formación de Colegio Alemán, una forma diferente de estar en el mundo, una forma orgullosa y gamberra, cosmopolita y paleta, sucia y prepotente. Éramos hijos de esa ciudad portuaria que más vivía, de ese ruido que hervía y tenía conciencia de clase. Vigo era, eso sí, el centro del mundo, el corazón de la deboura, una ciudad muy divertida. Y ahí estaba Siniestro, alma mater, centro de nutrición, eran los reyes, los monarcas de un lugar que nos llenaba de orgullo. Recuerdo bien la primera vez que fui de excursión a Madrid sola, me veo entrando en el templo del movimiento madrileño , pop pop pop pop a diario, esto no es hawaii qu é guai, allí en medio del RockOla, escuchando en primera fila a Miñ la tierra gallega y llorando emocionado de puro patriotismo. “¡Soy de Vigo, ten cuidado, muchacho!”, le dije, como una adolescente encantada de la ciudad y la tierra que la vio nacer. Ese viguismo que, con el paso del tiempo, la distinguió fue, sí, una realidad en los años ochenta, un siniestro total que convertía las tinieblas en luz transparente. “Galicia puta sal grande, la lengua debe vibrar, el himno es un grito de placer”
Matamos hippies en las Cíes, y nos mordió un huevo y nos metimos en el armario con Mario y bailamos sobre tu tumba y todos éramos putas y tú eras muy vieja, esas letras delirantes y punkarras que hoy serían un absoluto sacrilegio. Toda esa risa liberadora, ese impulso irreverente fue un cohete que nos propulsó hacia un futuro soleado. ¿Dónde está ese viguismo que escaló mientras miraba con amor las costuras de su fealdad? ¿ El icónico scalextric nowhere, el suelo resbaladizo del Kremlin en el que los jóvenes beben, los jóvenes se drogan en una fiesta comunal de la modernidad?
Sempre pensei que Siniestro Totalmoriría en el escenario, como los grandes monstruos musicales de los grandes países. Resistieron mucho, mucho más que la mayoría, tuvieron el éxito, la madurez para evolucionar, para pasar del rock al blues sin salir del alma punk, y las letras fueron creciendo en complejidad, agudas e incisivas como un poema graceiano. Pasaron por el desierto, resucitaron y se hundieron nuevamente, pero ahora no habrá más oportunidades para la resurrección. Este mayo su voz es silenciada para siempre en una apoteósica final en el WiZink Center de Madrid, que ya cuenta con miles de entradas vendidas. ¡Malditos, bocetos de rockeros celtas! ¿Por qué os vais? ¿Cómo habitar ahora el neoviguismo de dinosaurio boj y rueda de luces? U-poesía? ¿U-la chusma, u-lo lumpen proletariado?
Nosotros no somos
Vosotros, nosotros no somos ni siquiera nosotros, se
Trata sólo de dar la lata y ya hace tiempo que faltamos de
Casa…
Instagramers cuquis
A pesar de ser muchos más feos, como decía Siniestro, lo cierto es que nos están borrando de la parte visible del mundo cultural. Miremos la literatura, la música, los audiovisuales… ¿dónde está el feo, dónde el monstruoso, el feo, el que pone el dedo en la herida, el que vomita y revuelve? Poco a poco vamos dejando que todo se ponga blanco, que se nos establezcan leyes tácitas de censura, de moral neopuritana bajo el pretexto de un pensamiento inclusivo y cuidadoso con las minorías. Es un movimiento perverso, deformante que, curiosamente, no nos libera de nada, sino que nos sumerge en un silencio autoimpuesto.
De repente, el humor está fuera de la ley, sin ambigüedades, todo literal, todo formateado para ser tragado sin problemas. Y pienso, por ejemplo, en la especial perversión que se está produciendo actualmente en el panorama literario de todo el mundo occidental. Se buscan autoras, pero no cualquier autora, cualquier mujer. No, solo las lindas, las nuevas, las que se pueden meter en un molde de género que vende, las que no se arriesgan demasiado en su exposición continua, profesional, en las redes. Para complacer a todos dentro de la cuota firmada, para no poner problemas a los poderes establecidos. Lo que ahora se nos da como el triunfo del feminismo, no se confunda señora y señore, son solo imitaciones. Instagramers cuquis con pátina cultural. Y así, con todo. Y quiero ver en el espacio público a las viejas, a las viejas con arrugas en el alma, a las impresentables, a las feas, a las que vomitan frente a un público benévolo en divanes y clubes de lectura. Comercializamos bloques compactos de valores asumidos y xa nin hai chusma que aburrir!!
miedo 2.0
Enfiando, penso agora no último espectáculo do meu adorado Albert Plà, outro feo en retirada, Miedo 2.O, que estivo recentemente de xira por Galicia, dous anos despois da súa estrea, escenifica con claridade ese chanzo moral que estamos subindo agora. Porque a súa voz gamberra, esa maneira súa tan peculiar de camiñar polo gume e expoñerse ao ridículo mentres dispara contra o politicamente correcto está deixando de ter o seu espazo. Non foi posible rir, como adoitabamos, non. Agora a súa proposta de transición salvaxe do escatolóxico, o terrible, ao tenro e surreal só nos provoca angustia, só convoca en nós temor ou pánico. Que nos está pasando? Amigas e amigos, entramos en territorio zombi!
____________________________
Destacado: